PANTEONES WICCA ☽✪☾
Dios Donn

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Donn Firineach (Donn de la Verdad), Donn “el Oscuro”, Rey Donn de las Hadas:
A Donn se le conoce como Donn Firineach (“Donn de la verdad”) y como el “Rey Donn de las Hadas”, pero también como “Donn El Oscuro”, un dios de la muerte. Hay así tres personajes mitológicos en Donn. Los dos primeros parten del mito de la montaña de Donn, desde la cual él y sus ayudantes (las hadas) juntan nubes para advertir de manera infalible y siempre veraz que tal o cual episodio climático está por venir.
Caso distinto es el de Donn El Oscuro, originado a partir de un antiguo relato épico.
Se le relaciona territorialmente con el Munster occidental, la Isla de Achill, y con Cnoc Firinn en Limerick – Connacht , situada en la desembocadura del Shannon.

Donn Firineach (Donn de la Verdad)
Hijo de Mil Èspaine, nieto de Breogan, hermano de: Aireach, Febar, Scota, Amirgin, Emer, Ir, Colpta, Gampa, Eremon y Erannan. Jefe de los Milesios a su llegada a Irlanda para vengar la muerte de Mil. Al morir, Donn se instala en una Isla rocosa y advierte que nadie llegará al Otro Mundo sin pasar previamente por su casa ¿Lugar de tránsito antes de una nueva encarnación, o “sala de espera” para entrar en el Otro Mundo?
Los hijos de Mil desembarcaron en Inbher scene, al sudoeste de Irlanda en la fiesta de Beltane (el día antes de las calendas de mayo) despues de rodear tres veces la isla ya que por un sortilegio de los druidas de los Tuatha De, no podian ver ante ellos ni pais ni isla.
Tras el acuerdo con los Tuatha De Dannan para “alejarse nueve olas de la isla abntes de volver a desembarcar” y ante la imposibilidad de poder volver a las playas de Irlanda a causa de la magia de los Tuatha, Donn dijo: “Es una vergüenza para nuestros hombres de sabiduría, no poder terminar con este viento mágico”. “No será ninguna vergüenza” dijo Amirgin, y recito una invocación a la tierra de Irlanda. Inmediatamente una tranquila calma se extendió sobre el mar. Donn dijo “pondré bajo el filo de espadas y lanzas a los guerreros que se encuentren en tierra ahora, solamente dejadme desembarcar”. Después de decir esto, el viento aumentó y separó el barco de Donn del resto, y fue sumergido en las aguas de Dumhacha. Veinticuatro guerreros valerosos, doce mujeres y cuatro mercenarios, con sus gentes, se ahogaron con Donn en aquel barco.
Donn fue enterrado en Dumhacha, en un islote situado al sudoeste de la costa de Irlanda que desde entonces se conoce como “Tech nDuinn” o “La Casa de Donn”.

Donn “el Oscuro”:
Con el paso del tiempo Donn asumió el papel del Señor de los muertos entre los Irlandeses, y fue conocido como Donn el Oscuro. En la tradición popular es un Dios con muchos contrastes, puede ser benigno y terrible, creador de tormentas y provocador de naufragios, protector del ganado y de las cosechas. Donn el Oscuro ofrece su casa, situada en una isla rocosa, a aquellos que han fallecido para que descansen durante su paso de una a otra vida o para esperar su paso hacia el Otro Mundo. Es curioso notar que exista un lugar asociado con el mundo de los muertos y que tuviera una función específica, algo así como el lugar de recepción de las almas o paso obligatorio antes de llegar al Otro Mundo.

Rey Donn de las Hadas:
Donn tiene tambien una vinculación con el Rey Donn de las Hadas, en Cnoc-Firinn o Knockfierna, llamado por la gente del país “hit Dhoinn Firinne,” la montaña de Donn el Veraz”. Esta montaña es muy alta, y se puede ver desde varias millas a la redonda; y cuando la gente quiere saber si lloverá, mira la cumbre de Dhoinn Firinne, y si ven un vapor o niebla, concluyen que la lluvia no tardará en caer, creyendo que Donn (el señor o jefe) de esa montaña y sus ayudantes aéreos están recogiendo las nubes, y que él las sostiene allí para advertir a la gente que lloverá en breve. Como el ver la niebla en esa montaña por la mañana se considera una muestra infalible de que ese día será lluvioso, a Donn se le llama “Dona Firinne,” Donn de la verdad. “- Sr. Edward O’Reilly

Tambien se dice que a veces Donn es visto durante las noches tempestuosas montando un caballo blanco, y se dice que “Donn galopa sobre las nubes esta noche” trayendo la tempestad. Pero Donn es también un Dios que concede su ayuda a su gente cuando se le solicita. Se le conoce como el antepasado de los Maguires, ya que les presto su ayuda en las batallas de Fermanagh – Connacht.

La leyenda cuenta que Donn era el jefe militar de los milesios durante la invasión a Irlanda efectuada para vengar la muerte del patriarca Mil. Sucedió así que los milesios estaban en cierta isla (cerca de las costas irlandesas) y que los irlandeses les habían dado tres opciones: someterse, presentar batalla, o permanecer nueve días en la isla y marcharse después. Ante eso y en base al juicio de Amirgin, la resolución fue que partirían tras nueve días pero regresarían después para desembarcar e invadir con más fuerza. Sin embargo cuando regresaban se desató un temporal y el barco de Donn se hundió a causa de unos fuertes vientos que surgieron y lo separaron del resto de la flota inmediatamente después de que Donn dijera: “pondré bajo el filo de espadas y lanzas a los guerreros que se encuentren en tierra ahora, solamente dejadme desembarcar”.

De esa forma Donn y su tripulación perecieron cerca del islote Dumhacha, islote en el que posteriormente fueron enterrados. Por eso, con el tiempo el islote fue conocido como “La Casa de Donn”. A partir de eso surgió la leyenda-mito de que Donn se había instalado en la isla rocosa, advirtiendo que nadie llegaría al otro mundo sin pasar por su casa, la cual él ofrecía como lugar de descanso temporal a todos los que fallecían. Como se ve, el mito parte de una interpretación simbólica de la historia real, ya que la isla de Donn tiene de un lado las costas irlandesas y del otro lado el mar abierto, representando una cosa al mundo-destino de las almas y la otra al mundo de los vivos. (Autoría: Marta Vey)

Situemonos pues en el contexto de una religiosidad celta de carácter solar y trinitaria. Un sólo dios solar, denominado Taranis en la Galia o Dagda en Irlanda. Este dios está ligado a una deidad femenina y también trinitaria: la Morrigan irlandesa. Un sólo dios con Tres Pasos diferentes, simbolismo que esconden los trisqueles celtas:

-En el Primer Paso, es un dios juvenil, radiante, fertilizador, conocido por sus epítetos o categorías divinas como Belenos (el brillante) luego romanizado como Apolo.

-Este dios en el Segundo Paso se convierte en decadente y solsticial, presto a su sacrificio. Sobre todo, el dios celta del Segundo Paso es un guía de las ánimas al Más Allá, al Sidh. Es el caminante Setanta irlandés, la divinidad pancéltica Lug. Será romanizado en Mercurio. Julio César afirmo en De Bello Gallico que el dios más venerado por los celtas era Mercurio.
-en el Tercer Paso, estas ánimas han de llegar a las puertas del Avalon, del Paraíso, figurado como una alta o elevada fortaleza situado más allá del Mare Tenebrossum, de nuestro oceano, y superar el juício de la divinidad, que en el Tercer Paso aparece serio, como juez severo y con atributos divinos con una cornamenta y torques liturgicos. Es el Juicio Final celta representado en el mundialmente célebre Caldero de Gundestrup, con escena presidida por el Guardián, el Hosperedro del Paraíso.
Este dios juez del Caldero de Gundestrup es el Cernunus galo o el Donn irlandés (el Oscuro). Aparece representado en la estela, con atributos de cornamenta y dando un abrazo a las ánimas recién llegadas.

Varias fuentes.

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Los Celtas: una cultura ancestral y mágica.

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La magia de la infancia:
Los Celtas ya pensaban que los niños tienen más sensibilidad ante determinados fenómenos “extraños” y son más “perceptivos” que los adultos. Por eso, para ellos, la infancia era un periodo mágico. Los padres ponían un apodo al niño antes de ponerle un nombre (y lo hacían antes de que cualquier fuerza pudiera influir ya en su destino), ya que el significado del nombre determinaría su futuro. Estos apodos procederían de algún acontecimiento de los primeros años de vida y más adelante le daban el nombre, llegando así a un segundo nacimiento con el que ya poseían una sabiduría excepcional para su edad y (algunos) poderes sobrenaturales. Los denominaban “niños sabios”.

En la magia y la guerra:
Para los Celtas la guerra se trataba de un oficio dificultoso, de largo camino para el aprendizaje, de mucha dedicación, destreza y fuerza. Aplicaban una gran disciplina en sus técnicas de combate, con estilos de lucha especiales y desconocidas para muchas de las culturas coexistentes en esos momentos. Eran expertos en el manejo de dagas, espadas, lanzas y escudos; eran capaces de realizar proezas en combate por lo que eran guerreros temibles y muy respetados.
Las armas de los guerreros, de gran trabajo artesanal, eran los bienes más preciados para ellos ya que también les acompañan después de su muerte, para usarlas en el más allá.
Para ellos lo más importante en el campo de batalla era la lealtad, el valor, el honor y el respeto y el objetivo en sus batallas era llegar a “la sabiduría de la espada”.
Temían ser deshonrados. El jefe era responsable de proteger a sus hombres, incluso después de la muerte.
Las mujeres, también eran guerreras… y brujas, que ayudaban con poderosos conjuros para facilitar la victoria en las batallas.
Relatos de textos clásicos de Grecia describen como la magia también tiene un papel importante en la batalla, sobre todo en batallas de poderes mágicos. El nombre propio estaba relacionado con el nombre que tomaban como guerreros y con el nombre de uno de los Dioses, lo que creaba un vínculo entre la persona, el guerrero y el Dios. También con el arma de guerra relacionada con ese Dios, haciendo que el arma llegara a ser una prolongación de su cuerpo. Y también algunos relatos nos narran historias de guerreros con poderes propios.

Su relación con la muerte:
El Señor de los Muertos era el Dios Donn (Donn Firineach “Donn de la verdad”). Ante Él, todos los hombres y mujeres rinden tributo al final de su existencia. Donn, Dios ascentral, habita en una oscura y profunda cueva bajo el cuidado de nueve doncellas que, mediante sus soplidos, crean el fuego de su inmensa caldera mágica. El reino de Donn se extendía desde esas profundas cuevas hasta las tumbas del exterior.
Para ellos la muerte era un viaje hacia otra esfera de existencia y pensaban que la fuente de conocimiento procede del “otro mundo”. La Tierra de los Muertos albergaba la sabiduría y conocimiento de los vivos. Un autor clásico relataba cómo las almas de los muertos atormentaban a los pescadores de Bretaña para pedirles que les llevasen a la Isla de Donn, para acortar su viaje hacia lo que para ellos sería “la luz”. Los pescadores se negaban ya que si un mortal cruzaba ese umbral antes de su hora, al salir envejecía de golpe y moriría en deshonor.

Su conocimiento sobre Climatología:
Los celtas sentían un gran respeto a la naturaleza y al clima ya que su existencia dependía de las cosechas y los animales.
Eran capaces de realizar previsiones meteorológicas para facilitar la pesca y las cosechas, aunque asumían que las fuerzas de la naturaleza controlaban el destino de los hombres. El sol, venerado por ellos, era fuente de vida al igual que la luna.
Asociaban el moviento de las estaciones con el cielo y con “El reino de Donn o de los muertos”.

Su conocimiento sobre el Más Allá:
El otro mundo para ellos era una dimensión sobrenatural en la que el tiempo, el espacio y las leyes cotidianas no tenían valor. En esa dimensión se encontraba el Reino de los Muertos, el Reino de los Dioses, las legendarias Islas Occidentales, el Reino de las Hadas y el Reino Submarino.
Existe un cierto paralelismo con diversas teorías actuales que intentar explicar la existencia de una dimensión en la que existen energías fuera de nuestro entender, donde se manifiestan las psicofonías y otros fenómenos paranormales. Realmente ellos tenían constancia de esa existencia dimensional. ¿Podrían acaso tener razón o disponer de medios de transcomunicación de aquel entonces que desconocemos actualmente?
Tenemos conocimiento de que en el mundo antiguo Pitágoras llego a utilizar algo parecido a la oui-ja para comunicarse con los espíritus de los desencarnados.
Según los Celtas, si un hombre era capaz de volver de esa dimensión, se le concedían poderes sobrenaturales e incluso armas y objetos mágicos. Así como “sabiduría” como en el caso de Druidas y Brujas. La forma de acceder a ese mundo era como una puerta de niebla o la entrada a una cueva misteriosa.
Los celtas ante su tremendo respeto a los animales mantenían la creencia de que muchos de ellos poseían poderes sobrenaturales y un intenso sentido espiritual, que les concedía el poder de ir y venir de forma libre “al toro lado”.
El cerdo, el oso, los perros, caballos eran animales preferentes en su cultura esotérica.
Otras puertas las denominarían “sídh” (las viejas tumbas del paisaje celta) de las que a veces salían hadas para raptar a los hombres y llevarlos al otro mundo, donde serían torturados horriblemente.
Los escritores clásicos admiraban asombrados cómo los poetas celtas pasaban las noches en los alrededores de las tumbas de sus ancestros para, de cierta forma, adquirir su talento. Para ellos los espíritus pasan al mundo de los vivos con relativa frecuencia.
Según Julio César, los druidas celtas en un momento concreto del año se reunían en determinados puntos que formaban un punto de energía especial y conectaban con el cosmos y las puertas a todos los mundos exteriores. Así eran capaces de alcanzar conocimientos profundos sobre el cosmos. Los lugares donde se cruzaban las dimensiones “al otro mundo” poseían determinadas características como cascadas, pozos y serían una especie de barreras, siendo estas más vulnerables en determinados momentos del año.
¿Existían realmente esas puertas? Y de ser así, ¿qué poder o conocimiento poseían en aquel entonces para cruzarlas? Esos misterios probablemente jamás serán resueltos. Los Celtas las denominaban “puertas a otros mundos”.
Cuando era “la noche de los espíritus”, los habitantes solían encerrarse en sus casas por miedo al contacto sobrenatural. En esas noches, valientes guerreros aprovechaban la oportunidad para atravesar el umbral hacia el otro lado, intentando volver con vida y regalos mágicos o poderes siempre manteniendo su fe y cordura.
Los celtas no creían en los ángeles, creían en los “Serafines” que habitaban en el País de los Serafines.
También destacar el gran poder e importancia que para ellos tenían las Tríadas y el número tres. Estaba presente en sus símbolos, en sus grupos de patrullas guerreras, etc. El número tres se relacionaba con la magia, muy normal en su existencia y en su cultura.
Su objetivo primordial era mantener, por encima de todas, las tres condiciones:
– venerar a los dioses
– no hacer el mal
– y comportarse con honor.
Para ellos, la muerte era un punto intermedio en una larga vida. A sus muertos no solo les dotaba de armas, joyas y objetos peronales o mágicos, sino también con comida y bebida para su viaje a ese lado. Incluso se han encontrado en sus sepulturas anímales como perros y caballos.

 

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