NOCIONES FUNDAMENTALES sobre MAGIA

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La Magia es el conocimiento y la aplicación de leyes espirituales para conseguir efectos en el mundo material.
Creo que es oportuno aclarar algunas ideas básicas sobre la Magia, de cómo concibo yo la Magia.
La idea fundamental es que la Magia es un hecho mental ya que todo es mente; partiendo de la base de la Ley Hermética del Mentalismo, los resultados que se obtienen realizando este o aquel ritual, no son más que producto de un cambio positivo y sostenido en nuestra mente. El uso de la ritualística material, sirve solamente de apoyo para propiciar esos movimientos necesarios a nivel mental, de cara a obtener los objetivos que nos hemos marcado.
 
Esa es toda la base en la que se sostiene la Magia práctica desde mi punto de vista. Quien piense que va a conseguir algo por encender dos velitas y un incienso aromático y decir cuatro frases, creo que se va a decepcionar. Y lo mejor es hacerlo para comprobarlo.
 
Si un ritual no va acompañado de un trabajo mental, no conseguirá resultados. Llegados a este punto, puede que alguien se pregunte: “¿Entonces para qué tanta parafernalia? Y la contestación es muy sencilla: son apoyos psicológicos necesarios para que la mente entre en un nivel de funcionamiento determinado y realice una serie de operaciones muy concretas de cara a obtener resultados óptimos.
 
Determinados objetos (colores, formas, olores, frases, movimientos etc.) causan un impacto psicológico que predispone a los procesos mentales que estamos buscando. Por ejemplo, el color blanco activa una serie de resortes en nosotros al contemplarlo o al rodearnos de él y está relacionado tradicionalmente con la limpieza, la pureza, la inocencia, etc., por eso en muchos rituales que tienen como objetivo la limpieza de una persona, cosa o lugar, se utilizan velas blancas, los altares para trabajos mágicos se suelen cubrir con telas blancas, etc. Durante siglos en Magia se ha trabajado con el referente de la asociación blanco=limpieza, de tal modo que el subconsciente relaciona ambos términos automáticamente.
 
Este ejemplo es aplicable a cualquier elemento que se utiliza tradicionalmente en la Magia: se usa la miel para hechizos de endulzamiento por la relación obvia que existe entre la miel y el dulce (el azúcar), se utiliza la sangre de la menstruación para trabajos de fertilidad (yo no lo he hecho nunca), etc. Pero todos estos elementos no son más que muletas, apoyos que utilizamos para el verdadero trabajo que es el mental y que por convencimiento y reiteración se hace efectivo. Pero quien ha entrenado su mente ha desarrollado su poder mental y no necesita ningún elemento externo para provocar resultados. Pero quien no la tiene entrenada, necesita todas las ayudas posibles y más aún.
 
Los seres humanos nos desenvolvemos principalmente en el plano material, físico, por lo que es el que más peso ejerce sobre nosotros. Esto no quiere decir que este sea el único plano existencial en el que vivimos, todo lo contrario: el mental, emocional y espiritual conviven e interactúan con el físico de tal modo que es imposible decir dónde empiezan y acaban los límites de cada uno de ellos. Muchos de los problemas que tenemos se deben a la incapacidad de asumir este hecho y aprender a convivir con todos estos planos.
 
Cuando sólo nos centramos en el plano físico (que es lo más común), descuidamos los otros y se produce un desequilibrio que afecta a todos los campos de nuestra existencia. De igual modo pasa cuando nos centramos en otro de los planos.
 
Visto esto, lo inteligente será conocer lo que cada uno de estos planos nos puede ofrecer y favorecer las posibilidades con ayuda “mágica”. Si en el plano material tenemos una serie de objetos que nos pueden ayudar para provocar una serie de cambios beneficiosos en nuestras vidas, me parecería una lástima no utilizarlos.
Pero siempre tenemos que tener en cuenta el principio fundamental: esos objetos materiales nos servirán de apoyo y ayuda para conseguir esos cambios, no proporcionarán por sí solos dichos cambios. Teniendo este punto muy claro, no esperaremos de los rituales cosas sorprendentes, simplemente podremos esperar que cumplan con su función, por decirlo de una forma más coloquial, que hagan su trabajo.
 
Por lo tanto es fundamental tener fe en que la Magia va a funcionar. Es el requisito imprescindible para que se pueda llevar a cabo cualquier trabajo mágico o nada de lo que hagamos tendrá éxito. Nos encontraremos realizando rituales mecanizados, nada espontáneos y ausentes de toda carga emocional.
 
También es importante saber qué es lo que se puede pedir a la Magia. Son muchas las personas que no tienen muy delimitado el campo de lo correcto y lo incorrecto en este tema. Realmente resulta un tanto complicado trazar esa línea divisoria, pero nos puede servir de indicación algo muy simple: el respeto a la voluntad del otro. Es decir, en el momento que mi intención con un trabajo mágico esté encaminada a obtener algo en contra de la voluntad de otra persona, ya estamos entrando en el terreno de lo incorrecto.
 
La Magia está condicionada por unas Leyes Herméticas, una de ellas el Principio de la Causa y Efecto. Cuando tengamos dudas, pensemos qué puede suceder como consecuencia de dicho Principio: si lo que buscamos con el trabajo mágico es completamente inofensivo, no se dará ningún efecto negativo a raíz de su aplicación. Si tenemos en cuenta que no tenemos que querer precisamente lo que tiene otro, sino algo parecido, estaremos haciendo un uso adecuado de la Magia. Si tu amigo consigue un buen puesto de trabajo, no pidas “ese” puesto precisamente, pide uno similar. Hay para todos.
 
La energía es infinita, ilimitada. Al recurrir a la Magia no has de querer quitar a otro para quedártelo tú. No debemos  manipular la energía, que es de libre acceso, para atraer hacia nosotros nuestros deseos pensando que si no son honestos vamos a quedar impunes.
 
La Magia pretende acceder a esa fuente infinita de energía para controlar la porción de la misma que sea precisa y dirigirla conforme los deseos del practicante, sin dañar. Como ya he dicho, el ritual en sí no es más que un apoyo, una dramatización que sirve para encauzar la psique de quien lo realiza. Lo importante es que el practicante del ritual, hechizo, conjuro, etc., sintonice por medio de esa dramatización con un estado mental adecuado, en el que pueda plasmar esa idea, ese deseo, y alimentarlo para que produzca el efecto concreto deseado.
 
 
Y permitidme que os hable de algo que preocupa a mucha gente: la posibilidad de ser víctima de un mal de ojo, conjuro, maldición, etc. Como todo es mental, si nosotros decidimos que alguien nos puede hacer daño sólo con su deseo de hacernos daño, si asumimos esa realidad, entonces sucumbiremos fácilmente a cualquier trabajo negativo que, supuestamente, nos hagan. Nadie puede dañarnos si no se lo permitimos. El mal de ojo y demás ataques psíquicos, son producto de la autosugestión. Quien realiza ese tipo de trabajos sabe perfectamente lo susceptibles que son algunas personas; para que surta efecto este tipo de trabajos el interesado se tiene que enterar, condición imprescindible, y, una vez que ya lo sabe, la autosugestión hace el resto. Es así de simple, pero a diario miles de personas caen en la trampa de las supuestas maldiciones y conjuros negativos. Si asumimos que la Magia es completamente mental, no debemos autosugestionarnos o proyectremos negatividad a nuestro entorno. Evidentemente cada uno es libre de creer lo que quiera.
 
Para poder utilizar la Magia, se deben seguir una serie de normas básicas que, a través de los tiempos, se han utilizado y con óptimos resultados. Para hacer cualquier tipo de ritual se necesita en primer lugar tiempo, no se puede hacer en un minuto, deprisa y corriendo. Requiere una preparación, tanto psíquica como física. Es aconsejable, aunque no imprescindible, si se van a realizar rituales con cierta frecuencia, destinar un lugar de la casa para dicho fin. Puede ser un rinconcito en un dormitorio o cualquier lugar que cumpla dos sencillos requisitos: que estemos cómodos y que podamos aislarnos del resto de la casa, asegurándonos no ser interrumpidos durante nuestros trabajos.
Puede ser el lugar destinado a las meditaciones, en caso de que se hagan. Por supuesto cualquier lugar es bueno para realizar los rituales, pero aconsejo utilizar siempre que se pueda el mismo por dos sencillas razones: una porque con el tiempo nuestro subconsciente asocia el lugar con los rituales y la predisposición mental es más favorable cada vez que se haga uno nuevo. Y la siguiente razón es que conforme vamos haciendo trabajos mágicos, el lugar se va impregnando de buenas vibraciones, consiguiendo así un beneficio extra que se va incrementando con cada nuevo ritual.
Como cuestión práctica, es preferible que sea un sitio en el que podamos colocar distintos elementos sin problemas de espacio, para tenerlos a mano para realizar el. Cuando decidimos hacer un ritual, una parte importante es la planificación, asegurarnos de que tenemos todo lo necesario y cuando llegue la hora del ritual, que esté todo a nuestro alcance y bien visible para que no tengamos que interrumpir el proceso.
Si es importante el ritual en sí, también lo es su preparación.
 
Preliminares:
 
    En primer lugar hemos de decidir qué queremos conseguir o pedir. Definir claramente el objetivo.
 
    En segundo lugar debemos escoger entre los rituales que conocemos, cuál es el más adecuado para dicho fin. Si no hay ninguno que nos satisfaga, habrá que buscarlo en otras fuentes.
 
    En tercer lugar elegiremos el día y momento adecuados para realizarlo. Hay fechas que pueden resultar más propicias, se pueden tener en cuenta las fases lunares o determinados hitos astrológicos. También hay rituales que se deben realizar durante varios días, en algunos casos se aconseja una preparación los días previos al ritual… todos estos factores hay que tenerlos en cuenta.
 
    En cuarto lugar debemos estudiar el ritual en sí para que llegado el momento de realizarlo, no tengamos que estar interrumpiéndonos constantemente para consultar cual es el siguiente paso. Sobre todo, hemos de hacer un inventario de los elementos necesarios, así tendremos tiempo para conseguir aquello que nos hace falta y que no tenemos.
 
    En quinto lugar, son fundamentales los preparativos cuando llega el momento. Asegurarse tiempo y silencio para el día y la hora escogidos es fundamental. Tener todo el material necesario preparado y dispuesto, incluyendo nuestro Libro de Sombras o el libro que vayamos a utilizar para guiarnos si no es un ritual que conocemos de memoria. Como preparación previa, lo ideal sería realizar un baño o ducha purificadores, si no puede ser, por lo menos lavarse las manos y la cara con agua fría, para hacer una recreación externa de la limpieza con la que vamos a realizar el ritual. Es muy importante que esa limpieza física vaya acompañada de la mental y espiritual. Si ese día no nos encontramos bien porque nos hemos disgustado con alguien, porque tenemos un problema que nos preocupa, estamos resfriados o nos duele la cabeza por ejemplo, más vale posponer el ritual y hacerlo otro día. Mejor aplazarlo si no estamos al cien por cien a todos los niveles.
 
    En el último lugar estaría el ritual en sí. Si los pasos anteriores se han cumplido de forma adecuada, no tiene que existir ningún problema y todo sucederá con normalidad.
 
Aunque depende del tipo de ritual, suele ser conveniente tener una mesa que haga las veces de altar, si bien es verdad que hay gente que prefiere utilizar directamente el suelo. No es obligatorio ni mucho menos, pero lo que sí resulta muy positivo tener, independientemente de los materiales que se vayan a utilizar en el ritual, es:
    una representación de los cuatro elementos. Las velas pueden representar el elemento Fuego, el incienso el elemento Aire, una copa con agua el elemento Agua y el elemento tierra puede representarse por una planta, un plato con tierra, sal o flores.
 
    El altar debe estar orientado hacia el este. Las velas siempre encenderlas con cerillas de madera. Si hay que apagar una vela, nunca soplarla, se puede utilizar un apagavelas o pellizcar con los dedos humedecidos el cabo. No utilizar la misma cerilla para encender más de dos velas. Cuando se enciendan velas de distintos colores, siempre se debe seguir el orden de encendido según marque el ritual, pero siempre que utilicemos una vela de color blanco junto con otras de distinto color, la blanca será la primera en ser encendida.
 
    Cuando se invoque a entidades espiritualespara realizar el ritual, sea cual sea su jerarquía, siempre al finalizarlo, deberemos agradecer su asistencia y apoyo y despedirlas. Y, por supuesto, siempre hay que cerrar un ritual. Si por algún imprevisto debemos interrumpirlo a la mitad, unas palabras de cierre que aseguren que el trabajo que estábamos realizando ha quedado completamente sellado. No conviene dejar “puertas” abiertas.
 
    No se deben reutilizar elementos de un ritual para otro. No seamos tacaños. No me refiero a comprar una copa nueva para el agua o un athame nuevo cada vez (en caso de utilizarlo). Me refiero a velas, flores, frutas…
 
Son unas sencillas normas que he aprendido y siempre utilizo. Evidentemente no son imprescindibles, solamente las comparto por si a alguien le pudiesen servir. A la hora de la verdad, lo único francamente importante es el ritual en sí. Y cada uno estableces sus “normas”.
                                                             © Morganna Barcelona.
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