El “vendedor de humo”.
El que “vende humo” es aquel que, basándose en sus dotes verbales y en algunos trucos no muy creíbles, se exhibe ante los demás queriendo demostrar lo que realmente no sabe o no posee. El “vendedor de humo” es esa persona que hace alarde de conocimientos, talentos, experiencias o riquezas que no puede constatar, razón por la cual es alguien al que no se le debe prestar atención o, al menos, no se le debe creer. “Vender humo” es “ofrecer un producto” de escaso valor.
Esta expresión se utiliza para caracterizar a aquellas personas que no demuestran sus dichos ni con sus actos ni con nada o que proponen ciertas cosas que luego no son capaces de cumplir.
Características de los “vendedores de humo”:
1. Prometer la luna, la vida eterna en un paraíso reservado para unos pocos. Dicen tener más fuerza, longevidad, inteligencia, conocimientos, contactos o un miembro viril de un tamaño monstruoso (lo que implica que están hablando contínuamente de sexo). Todo lo que prometen es fácil de conseguir, con lo que a ti te dejan (o creen) como gilipollas. Lo importante es darle al interlocutor lo que pide, desea o necesita. Luego, claro, siempre se retiran por la retaguardia antes de cumplir lo que prometieron y, seguramente, sin nosotros habérselo pedido. Y si empiezan algún proyecto contigo (de vida, negocio, etc.) siempre te dejan más colgao que un jamón de pata negra. Digo de pata negra, porque en definitiva eres tú el que sabe y ellos son los que dicen que saben.
2. Iniciar la guerra, sembrar la duda en un colectivo hacia otras personas, provocar un malentendido o darse por súper-mega-ofendidos. Sin base alguna, claro. Pero de algún modo han de batirse en retirada antes de que se les descubra.
3. Son los mejores en todo lo que hacen. Así se venden ellos. Aunque les demuestres que están equivocados o que el camino no es el correcto y lo único que conseguirán así es pegarse la leche de su vida. O volver a pegársela, porque por norma ya se han llevado algunas. Aún así, pretenden seguir viviendo del cuento.
4. Se imponen, o lo intentan con verdadera astucia. En muchos casos y si no estamos al quite, nos van comiendo terreno hasta que se acaban instalando en nuestras vidas como si no existiese nadie más en el mundo. Porque, claro, el resto son farsantes y ellos son los más mejores del mundo mundial y parte del extranjero.
5. Lo que ellos dicen, creen o explican, siempre es la verdad absoluta e inamovible. Por tanto te hacen sentir sumido en un continuo “soy imbécil”. Y los argumentos que dan para defender sus verdades suelen ser: “ que yo lo sé”, “hazme caso” y poco más.
No os dejéis atrapar por los vendedores de humo. No os creáis inferiores a los que llegan con aires de grandeza y de soy el mejor, porque lo más fácil es que les demos 100.000 patadas. Sólo que tenemos más educación y nos callamos para no dejarles en evidencia.
Cada vez hay más “vendedores de humo” en nuestra sociedad porque es verdad que se está produciendo un cambio energético y el que no tiene argumentos válidos para justificar su no progreso, dentro de un mundo de energías, espiritualidad, caminos iniciáticos… pues no puede justificarlo de otra manera nada más que diciendo cosas que él sí se cree, pero que con el tiempo (puede costarnos más o menos) acaban saliendo a flote como mentiras por sí solas.
© Morganna Barcelona